Hay que ver lo velozmente que se ha solucionado la ¿crisis? de la pareja de moda: el Casillas y la Carbonero. Artículos para todos, para que nadie se moleste. En estos casos, ante la duda, más vale pecar de exceso que de defecto. Y todo gracias al abuelo de Iker, perdón, del Iker. Una foto a tiempo y la ¿crisis? resuelta.
Una crisis de pareja ni se gesta ni se resuelve de la noche a la mañana por lo que es lógico creer que jamás hubo tal crisis y que la foto con el abuelo sólo será recordada como “el día que vino la novia tan guapa de mi nieto” y no como el antídoto eficaz contra una depresión convivencial.
Qué cosas. El abuelo de Iker, perdón, del Iker, solventa la crisis en un flash y el gobierno de este país se las ve y se las desea para resolver la suya. Entre no verla, vislumbrarla, darse de bruces con ella, reconocerla y ponerse a la faena, ya va para tres años y los que quedan. Y además la crisis propia y particular que vive de puertas para dentro.
Seguro que el abuelo de Iker, perdón, del Iker, sabe mucho de motes, apodos y apelativos cariñosos. Seguro que tiene o tuvo uno en su pueblo. Seguro que, a no ser que sea muy ofensivo, no le da importancia. Seguro que, además, se siente unido a ese apodo.
Así que no debería picarse tanto el ministro José Blanco, que esto de los motes va con el gracejo español del que tanto se hace gala a la mínima oportunidad. El PSOE ha pedido por favor al PP que no llamen más Pepiño al ministro de los trenes.