Los accidentes de tráfico no son noticia en Perú. Tristemente forman parte de la más trágica cotidianeidad. En 2011 se dejaron la vida en las carreteras peruanas 2.794 personas, más del doble que en España, con una cifra de vehiculos diez veces menor. Del zarpazo de la muerte en el asfalto son testigo silencioso las diminutas capillas o altares de pequeño tamaño que pueblan los arcenes de las vías, ejemplo del fervor y el culto que rinden los peruanos a sus muertos.

