Alguien me dijo hace poco, me advirtió más bien, que cuando uno viaja a Sudamérica, al regreso el cuerpo va en el avión y el alma en barco. El tiempo lo dirá.
Cuando esto esté online, salvo catástrofe o retención aduanera, estaré atravesando el Atlántico a bordo de un gigantesco avión evitando la conversación de mi vecino de asiento haciéndome el dormido o fingiendo no hablar su idioma. De momento, quien no tenga nada que hacer es bien recibido en esta galería fotográfica. Entrada libre.

