Por mucha suerte que dé, pisar accidentalmente una caca de perro -adrede está confirmado que no trae fortuna- es de lo más desagradable. Y es que hay dueños que son más animalicos que sus propias mascotas.
Así que fenomenal la ordenanza municipal que multa con 60 euros al cochino que no recoja las heces de su mascota. Está más que visto que no puede ser por la vía de la concienciación, la educación y las buenas formas, como sería lo deseable. A ver qué tal por la vía crematística. Por el bolsillo. Por la pela.
Imponer una tasa anual, como en Gandía, no es la solución. Convierte al propietario de la mascota en sospechoso de ser un guarro. Y eso tampoco es.
Ale pues. A por ellos. A la caza del marrano. Que con las que ve uno de casa al trabajo y del trabajo a casa hay para pagar la extra de Navidad a toda la plantilla municipal.